Blogs vs. periodismo engañoso
Muchos periodistas ven con desprecio a los weblogs.
Nos acusan de estar mal escritos, publicar basura y no ser críticos ni con la forma de escribir ni con el contenido que comunicamos.
Y sucede que esto es exactamente lo que se ve a diario en las páginas impresas escritas por periodistas ‘profesionales’. Poca pasión por la palabra, desinterés por lo que se cuenta, lugares comunes ¡muchos lugares comunes! y claro, falta de crítica.
Y por si esto fuera poco, algunos periodistas se corrompen y publican -sin decirlo- a cambio de dinero, falsifican fotos, publican notas recomendando productos que jamás han usado e incluso extorsionan a cambio de no hacer denuncias.
Cuando escribimos proponemos un juego e invitamos al lector a ser parte. Pero son nuestras reglas y hacemos la primer movida. Cuando el lector acepta jugar, da por sentada la verosimilitud del planteo, lo cual nos hace en parte responsables de las conclusiones.
¡Qué horror! ¡Cualquiera publica en un weblog!
Si, cualquiera publica en un weblog y en otros artilugios que la web 2.0 trajo consigo.
Ya no hay una elite disfrutando del privilegio de la palabra. Cualquiera que acceda a internet puede escribir sin pedir permiso.
Claro que el hecho de que muchos periodistas escriban basura no hace a los weblogs virtuosos espacios de comunicación. La mayoría comparte muchos vicios periodísticos, algunos seguramente aprendidos a fuerza de leer esos diarios y revistas.
Se ven también weblogs en los que se publica contenido sin avisar que alguien pagó por esa nota, rompiendo el tácito contrato con el lector que nos obliga moralmente a avisar cuando lo que se escribe no fluye naturalmente de nuestro corazón, sino que está motivado por unos pesos en el bolsillo. Y claro, los medios tradicionales nos enseñaron que esa es la manera de escribir y de vivir de la palabra: vendiéndola al mejor postor.
Por eso muchos weblogs rechazan la publicidad; si bien es una forma demasiado radical de oponerse a la prostitución del verbo, pone en evidencia un mecanismo corrupto. Sin duda no es necesario llegar a tanto, pero sí es necesario hacer una ejercicio de autocrítica. Chequear lo que escribimos con lo que somos y creemos. Sin franqueza el texto es llana y simple manipulación.
Los que hacemos weblogs y nos oponemos a esa forma de comunicar tenemos a nuestro cargo no corromper este nuevo medio, promover la transparencia en la construcción del discurso y sincerar los mecanismos de financiamiento de la actividad. De otra manera estaríamos repitiendo el esquema que queremos desplazar y reproduciendo el sistema que criticamos.
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